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La “voz de la naturaleza”, una señal para conocer la salud de los ecosistemas

Un equipo interdisciplinario e interinstitucional del CONICET NOA Sur monitorea el estado de estos sistemas biológicos por medio del estudio de los sonidos del bosque.


El enfoque que prioriza los intereses humanos sin considerar y evaluar la salud de los ecosistemas, paradójicamente, atenta contra el bienestar fundamental del conjunto comunitario. De hecho, en muchas ocasiones se ignora en demasía la importancia del paisaje natural circundante para dar vía libre al avance de desarrollos urbanísticos, con nuevas infraestructuras y/o canales de comunicación destinados al transporte, por mencionar dos ejemplos que ilustran la realidad actual.

Lo cierto es que más tarde se lamenta la pérdida de los espacios naturales, especialmente cuando hay evidencia de que estos entornos dan soluciones a problemas emergentes y son de utilidad para encarar múltiples actividades al aire libre; esenciales incluso para salvaguardar la salud mental de las personas. En este contexto, un equipo de investigación interdisciplinario e interinstitucional, conformado por especialistas del Instituto de Biodiversidad Neotropical (IBN, CONICET-UNT) y del Instituto de Física del Noroeste Argentino (INFINOA, CONICET-UNT), trabajan articuladamente en busca de registrar los sonidos provenientes de la naturaleza para identificar patrones que permitan anticipar cambios ambientales. Asimismo, son estudios que sirven para monitorear la biodiversidad y para diseñar estrategias de conservación más efectivas.

Para ello emplean la ecoacústica, una herramienta integral de análisis que contempla aspectos éticos, científicos y artísticos, que permite conocer el estado de la biodiversidad. De esta manera pueden descifrar la salud de los ecosistemas gracias al relevamiento de las biofonías, es decir, de los sonidos producidos por los organismos vivos, y de las geofonías, que son aquellos emanados del entorno natural como el viento en el follaje, el agua que fluye en los ríos o como consecuencia del movimiento de las placas tectónicas (tremores telúricos). “Los paisajes sonoros ofrecen una visión única y no intrusiva de la organización y dinámica de las comunidades biológicas, y también pueden desempeñar un papel crucial en la sensibilización y educación ambiental”, explica Daniel Dos Santos, investigador del IBN e integrante del equipo a cargo del estudio en cuestión.

El arte de escuchar oculto

Específicamente, en el seno del INFINOA existen dos proyectos de tesis doctoral en ecoacústica: el primero centrado en la Selva Montana de Yungas para detectar signos tempranos de eventos extremos, a cargo de Tomás Guerrero; y un segundo, realizado por Juan Pablo Vázquez, que explora los patrones sonoros de arroyos para mejorar la identificación de hábitats hidráulicos con beneficios en la gestión de los recursos hídricos y en el estudio de la biodiversidad acuática.

El principal insumo para el trabajo analítico en eco-acústica,explica Dos Santos, lo constituyen las grabaciones de audio obtenidas a través de grabadoras automáticas, instaladas en ubicaciones específicas durante largos períodos de tiempo. “De forma innovadora, a través de una triple colaboración entre INFINOA, IBN y Fundación ProYungas, también se procesan los registros de audio provistos por cámaras-trampas, muy empleadas en biología de la conservación”, destaca el especialista, y prosigue: “En paralelo a las grabaciones de audio se colectan datos ambientales y se incluyen las imágenes captadas por estos dispositivos para establecer modelados estadísticos de las relaciones entre los datos acústicos y las características del entorno”.

Una vez grabados los sonidos en archivos de audio se generan espectrogramas, que son representaciones visuales de la frecuencia sonora en función del tiempo, con la intensidad en escala de colores. A partir de esta información se calculan los índices acústicos que sintetizan características del paisaje sonoro: “Estos estudios sirven especialmente para ponderar el impacto de las actividades humanas, los cambios en el uso del suelo y/o la presencia de especies invasoras en los ecosistemas”, remarca el investigador.

Por el lado del IBN, el becario doctoral Javier Gonzalez Raffo lleva adelante una línea de investigación sobre la morfología músculo-esquelética del aparato fonador de anuros (ranas) en la región de Yungas del noroeste argentino, que utiliza también esta técnica de análisis sonoro. Entre otras ventajas, su estudio aporta valiosos conocimientos a la biología evolutiva en términos de conservación de la especie, ya que puede saber cuál es la influencia del canto y del entorno de estos anfibios en la determinación de su estructura física.

En este sentido, Ana Clelia Gómez Marigliano, directora del INFINOA, señala a las Yungas como un lugar de excepcional de biodiversidad con potencial para ser reconocida como “Patrimonio Natural de la Humanidad”, pero que en la actualidad está expuesta a amenazas: “Aquí, la grabación y el análisis de biofonías es clave para distinguir la riqueza biológica y su respuesta a factores ambientales y perturbaciones, incluyendo el impacto de actividades humanas”. Según su perspectiva, este tipo de monitoreo es esencial para desarrollar estrategias de conservación efectivas en un contexto donde la pérdida de biodiversidad avanza a un ritmo alarmante.

Por un futuro de “conservación sonora”

El equipo del INFINOA y del IBN coincide en que la investigación en ecoacústica está floreciendo con aportes significativos en la región como los hechos por Martín Boullhesen y Mauricio Akmentins de la Universidad Nacional de Jujuy, científicos que implementaron técnicas de Monitoreo Acústico Pasivo (MAP) para estudiar la comunidad de anfibios en las Yungas.

Al respecto, Walter Díaz, investigador de INFINOA remarca que los avances recientes en tecnología de grabadores digitales automatizados impulsaron al MAP como una metodología valiosa en estudios de ecosistemas terrestres, porque posibilita relevamientos simultáneos en múltiples localidades y cubrir grandes extensiones geográficas. “Este sistema demostró eficacia para obtener información sobre patrones reproductivos y respuestas a condiciones climáticas con impacto en la biota, o sea en el conjunto de los organismos vivos”, señala, y agrega que ofrece además datos para evaluar programas de restauración de ambientes, al tiempo que advierte sobre las pérdidas que estos sufren producto de esas variaciones.

Por si esto fuera poco, la aplicación del MAP es especialmente relevante para el rastreo de especies amenazadas o de las que tienen hábitos crípticos, es decir, de aquellas difíciles de localizar ya se que ocultan en espacios estrechos. En este sentido, Díaz advierte que todas estas acciones pueden verse mejoradas al emplear técnicas estadísticas de aprendizaje automático para reconocimiento de especies.

Por último, Dos Santos explica que más allá de lo explícitamente científico, la ecoacústica tiene una dimensión emocional y artística: “El `teatro ecoacústico´ desarrollado por el investigador italiano David Monacchi, utiliza grabaciones de la naturaleza para crear experiencias inmersivas que conectan a las personas con los ecosistemas de una manera sensorial y emotiva. Algo similar se está realizando en la región de las Yungas: “Se explora este concepto como método para sensibilizar a la población sobre la importancia de preservar estos paisajes sonoros únicos”, afirma el investigador del IBN. Con lo cual, el enfoque ecoacústico abre nuevas posibilidades para la investigación, la conservación y la conexión emocional con los ecosistemas, ya que funciona como un puente entre los habitantes urbanos y los paisajes naturales que, aunque distantes, son vitales para el bienestar de todos.