Los investigadores del Instituto de Biodiversidad Neotropical (IBN, CONICET-UNT) bajo la dirección del Dr. Eduardo Domínguez, hace más de 20 años que estudian la diversidad de organismos acuáticos.

Mediante esa labor se logra identificar a los diferentes organismos que viven en los ríos y arroyos de Argentina, principalmente del NOA. En virtud de esos estudios de base, se pudo inferir relaciones entre perturbaciones ambientales de origen antrópico y susceptibilidad  de dichos organismos. O sea, ha sido posible  identificar qué grupos viven en agua limpia, pero que desaparecen (o disminuye la chance de detección) ante alguna modificación del ambiente. A estos grupos sensibles (por ejemplo, insectos acuáticos) se los denomina bioindicadores y con su estudio se pueden establecer medidas de calidad de agua o  índices bióticos.

Existen muchas formas de medir la calidad de agua, pero desde el instituto  se planteó el desafío de obtener un índice específico para la región del NOA con un plus: fácil implementación y posibilidad de transferencia a la sociedad, de tal forma que cualquier persona con un mínimo entrenamiento pueda reconocer el estado de calidad ecológica de los arroyos que discurren en sus inmediaciones.

Así nació el IBY-4, que permite determinar la calidad ecológica del agua reconociendo la presencia de 4 grupos indicadores, desarrollado por los Dres Daniel Dos Santos, Carlos Molineri, Celina Reynaga y Carola Basualdo [1]. Esta herramienta logró anclarse a programas de educación ambiental, y con ello el inicio de una tarea de empoderamiento social a través de la escuela. Surgió así un convenio con el Ministerio de Educación de la provincia, trabajando en diferentes escuelas rurales de la provincia (Raco, Los Nogales, Ñorco, Rodeo Grande, Río Nío, Ancajuli) con tareas que incluían charlas informativas con docentes y alumnos, excursiones a ríos cercanos y cálculo del índice biótico a través de un adminículo bautizado “Ruedita Indicadora”. Emergió así otra necesidad: tener registro de todo ese trabajo mediante fotos testimoniales y mapeo, además de brindar a cualquier ciudadano la posibilidad tanto de acceder a la información generada como contribuir a la generación de la misma. Naturalmente se presentó el celular como herramienta tecnológica capaz de materializar ese deseo, y desde la oficina de vinculación tecnológica del CCT Tucumán se establecieron vínculos entre miembros del IBN (Daniel Dos Santos y Celina Reynaga) y el Dr. Daniel Cohen del  Laboratorio de Microprocesadores de la FACET-UNT, quien inmediatamente se identificó con el proyecto. En el contexto de este encuentro interdisciplinario, en su momento alumnos y ahora Ingenieros en Computación, Kevin Gómez y Ricardo Bruno, desarrollaron el aplicativo “Agüita”.

El aplicativo está orientado a determinar calidad ecológica de los arroyos del NOA desde una perspectiva de biomonitoreo, y puede ser utilizado por alumnos de escuelas primarias y público en general. Entre otras funciones, 1) permite la determinación in situ de la calidad ecológica del arroyo analizado, 2) dispone de un sistema de validación de los especímenes identificados, 3) despliega los registros validados en un mapa interactivo, 4) almacena fotos testimoniales de la muestra biológica. “Agüita” recién inicia sus pasos, pero con esos primeros pasos abrirá la senda a una construcción colectiva del conocimiento asimilable a un programa de ciencia ciudadana. Próximamente estará disponible para uso libre.

[1] 2011. Dos Santos, D.A.; Molineri, C.; Reynaga, M.C.; Basualdo, C. 
“Which index is the best to assess stream health?”. Ecological Indicators 11:582–589.